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“Qué tristeza grande cuando salí de mi tierra, yo sentía en el alma que no quería salir”, canta Dabo con su acordeón. Y es que a Dabo, Ramiro y a Enrique, los paramilitares les arrebataron sus tierras. Hoy, aunque sus plantas estén secas, los jagüeyes mermados y las vacas flacas, esta tierra no expresa rastro de desesperanza luego de su retorno en tiempos de paz. Ellos volvieron a ser campesinos, ordeñan sus vacas y sacan la leche en sus burros, la llevan a la cooperativa de la zona para hacer quesos, yogures y arequipe. Vereda de Canaán, Chibolo, Magdalena.

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