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Lucio Choquehuanca, otrora minero y ayudante de construcción, se mudó a Argentina en 1993, donde comenzó como trabajador textil y luego se convirtió en el exitoso empresario de hoy, está a cargo de una cadena de salteñerías en la capital porteña.

El Conejo -como se lo conoce por esos lares-  es un migrante boliviano que llegó prácticamente sin nada a esas tierras, y que hoy, después de más de dos décadas, malos ratos e incertidumbre, es un referente dentro de la colectividad boliviana en Buenos Aires. Lucio, para mantenerse más cerca de sus raíces, atesora varios recuerdos, como algunos adornos folklóricos de Bolivia y especialmente un álbum de fotografías en el que resguarda momentos únicos de su infancia y su familia en su amada La Paz, ciudad a la que todavía sueña volver para abrir una próxima sucursal de salteñas.

Este ávido emprendedor, cuenta con más de media docena de sucursales de Salteñas El Conejo, a lo largo y ancho de Buenos Aires. El Conejo, además involucra a amigos y paisanos en su negocio y no es raro ver al coqueto personaje inmerso entre los miembros de la comunidad boliviana, y con frecuencia apoyando diversas actividades cívicas-culturales. La empanada de caldo o salteña es uno de los tentempiés tradicionales imprescindibles de la gastronomía boliviana, y en Buenos Aires, gracias al tesón del migrante Lucio El Conejo, y familia, triunfa deleitando a propios y extraños.

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