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Cada año miles de migrantes arriban al Valle de Okanagan en la Columbia Británica de Canadá para trabajar temporalmente en la recolección de cereza. Durante el verano viven en casas de campaña, bajo condiciones indignantes, trabajan jornadas de más de 12 horas que comienzan en la madrugada, sufren de maltrato laboral y reciben un  pago por caja, de 6.5 dólares canadienses.
Las mujeres son víctimas de acoso, o violencia sexual en el peor de los casos, por parte de los jefes. Al ser trabajadores ilegales no cuentan con ningún tipo de seguro médico, y las caídas desde las escaleras de 3 metros de altura suelen ser comunes.

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