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Esta imagen plantea preguntas sobre la relación entre las personas y los animales, así como sobre las prácticas y servicios poco convencionales que pueden surgir en entornos urbanos.

Entre la aparente normalidad de la vida urbana en un barrio de Medellín contrasta la presencia de un gigantesco cerdo. Para ganarse la vida la dueña ofrece al animal como semental. Cada cierto tiempo ella baja con el cerdo por intrincadas escaleras para que este se reproduzca con las hembras del sector, a cambio ella recibe dinero y él una jornada de lujuria e instinto, un trueque de vida en todo el sentido de la palabra.

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