Círculo de hortensias (serie x 5)
Seleccionado Trabajo Rural en Colombia
Julián Echavarría Arbeláez
COLOMBIA
En las 7700 hectáreas de tierra dedicadas al cultivo de flores en Colombia, un 20,5% de este exuberante paisaje es ocupado por las majestuosas hortensias. Estas flores se despliegan en 1,578 hectáreas, principalmente en los fértiles terrenos de los departamentos de Antioquia y Cundinamarca. En este rincón del mundo, la geografía, las condiciones topográficas y, sobre todo, el esmero de los floricultores, han forjado un vínculo especial con la naturaleza que ha convertido a Colombia en el segundo mayor exportador de flores en el planeta, solo superado por Holanda.
Así, las flores, con su fragancia y belleza, ocupan un lugar preponderante como el segundo producto de exportación más importante del país.
Sin embargo, detrás de este esplendoroso paisaje floral se encuentra un trabajo rural que va más allá de la recolección. Es una labor que no solo se basa en la cosecha de flores perfectas, sino también en el aprovechamiento inteligente de aquellas que no cumplen con los estándares de calidad, una práctica que destaca por su sostenibilidad y su contribución a la ciclicidad de la vida en la tierra. Aquí, las hortensias que no alcanzan la perfección visual requerida para su exportación no son descartadas ni desechadas; en cambio, se convierten en el eslabón vital para futuros cultivos. Estas hortensias, aparentemente defectuosas en su apariencia, se transforman en abono orgánico rico en nutrientes. Los floricultores, con sus manos expertas y su profundo conocimiento de la tierra, reciclan estas flores, devolviendo a la naturaleza lo que ésta les ha brindado. Asimismo, la idea de que este proceso es un círculo de la vida en el cual las mismas hortensias, que en un principio pueden parecer defectuosas, otorgan vida a las futuras plantaciones demuestran que incluso en lo que algunos consideran “defectos” se encuentra la belleza de un ciclo vital completo.