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El trabajo es un juego de vaqueros.

Los pies de los niños vaqueros son fuertes y ágiles como las patas de un caballo, desde muy corta edad estos pequeños ya galopan por las llanuras colombianas arreando ganado o separándolo para marcarlo en los corrales. Los cuerpos de estos pequeños jinetes sumados a su astucia y coraje se convierten en parte importante de la parte laboral de una hacienda. Cobran y comen poco. Mínimo también es su estudio y gastan poco en calzado; aunque no parezca también se enferman y las lesiones corporales son frecuentes. Estos pequeños hombres, recios y sabios fueron fotografiados en el verano de 2010 en un hato ganadero en el corregimiento de Bocas del Ele a diez horas de la capital de Arauca por carretera destapada en jeep y canoa, donde la presencia del estado no existe.

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