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Raúl Gómez, un pescador de Barrancabermeja, Colombia, lleva 15 años desafiando las técnicas tradicionales. Abandonó el anzuelo y la atarraya para sumergirse en las aguas del río Magdalena en la ciénaga de San Silvestre, donde pesca solo con sus manos, dientes y la fuerza de su cuerpo. Sin herramientas, Raúl se convierte en un cazador acuático: nada a gran velocidad, aguanta la respiración y captura peces con los ojos cerrados. Su destreza no solo es inusual, sino que le permite superar en número a los pescadores tradicionales, vendiendo su pesca en las plazas del pueblo.

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