Participantes

Mujeres Trabajadoras

VICO - Hilar Fino

Uruguay

Reseña

La cita es los martes. Aunque sea feriado, llueva y truene, aunque el frío sea polar y la sensación térmica alcance los menos grados del peor invierno. Cada martes unas cincuenta mujeres, de varios países, se juntan en el salón de un edificio de Punta del Este a tejer. Durante tres horas, entre risas y cuentos y chistes y anécdotas acentos diferentes, las manos femeninas le ganan al frío entre agujas, unas de punto, otras de croché. Hacen cuadraditos de todos colores para unir luego y formar mantas. Las hacen chicas y grandes, para bebés y adultos. Algunas compran las lanas, pero la gran mayoría, son donadas por mercerías que apoyan la causa. La de tejer para donar a quien las necesita. De ayudar a otro. La idea surgió de un par de amigas pero el grupo crece sin parar. Cada martes aparece una nueva mujer como donaciones. Desde cientos de casas también mujeres donan cuadritos que tejen y los hacen llegar a este grupo que tiene como logo un corazón rosado de lana salido de un ovillo y que imprimen en una tarjeta estampada en la bolsa de nylon que envuelve cada manta. Un grupo de ellas se encarga de ese trabajo de armar y empaquetar. Otro de ovillar. Otro de llevar planillas al día con el registro de las donaciones, de los kits de lanas, de investigar qué institución, organización o personas necesitan. Es que las mantas no se dan a cualquiera, sólo a quien realmente necesite: hospitales, geriátricos, gente pobre, instituciones carenciadas. Las mantas no se venden, con ellas no se lucran más que por medio del amor y la ayuda. Esos son los ingredientes de este trabajo, además de las lanas.

  • Virginia Martínez Díaz Fotografias
  • @virvmd_fotografias
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