Participantes

Trabajo Rural en Colombia

Ana María - María Ticuna

Colombia

Reseña

Navegando por el río Amazonas, plantas verdes flotantes conocidas como buchones se esparcen por el río, acompañadas de frondosos árboles de mangle, mientras que los arbustos típicos de la selva tropical, renacos, con raíces aéreas que descienden hacia el suelo, en medio de un aguacero abren el camino y dan la bienvenida al cuenca del Amazonas.

El viaje a San Pedro de los Lagos es vibrante. Localizado a dos horas de Leticia, Colombia y se encuentra en el centro del sistema lagunar de Yahuarcaca, donde reside una de las comunidades indígenas más antiguas, los Ticunas. El pueblo ticuna se desplazó hacia las riberas del gran río durante la época colonial. Sus asentamientos se distribuyen alrededor del Parque Nacional Natural Amacayacu, en Puerto Nariño y cerca de Leticia.

El nombre Ticuna, proviene de sus vecinos que significa “cara negra” o “cuerpo negro”, en alusión a su costumbre de pintarse la piel de negro para protección y purificación en los rituales. Estos habitantes de la Amazonía colombiana viven en la espesa y resonante selva virgen, San Pedro de los Lagos, Refugio San Antonio.

La comunidad ticuna fue fundada hace más de 80 años, conformada por 15 familias, alrededor de 86 personas y 10 casas. Tanto hombres como mujeres participan en actividades tradicionales y económicas como la pesca, la caza, la agricultura y el comercio artesanal. Este imponente bosque que favorece el desarrollo de una exuberante y densa vegetación, catalogado como el más rico y biodiverso del planeta.

La Madre Tierra es la principal autoridad dentro de los Ticunas, los nutre y protege y desde allí los nativos siempre han mantenido un sólido lienzo de culturas y conocimientos ya que los colma de innumerables dones para mantener sus ancestrales tradiciones.

A la Pachamama le siguen las mujeres en el orden de quien lidera el mando en la comunidad. Entre ellos se consienten, se empoderan y se ayudan especialmente durante los días del mes en que la luna explota durante su ciclo lunar y los encanta con su hechizo.

Las Mujeres de la Luna, Tawemakû arü Geegù, fortalecen sus vínculos con la naturaleza, sus cuerpos, la Luna y la Tierra. Durante esta semana del mes se puede ver la cercanía entre los Ticunas y su entorno selvático, celebran ritos, se cuentan historias y en ocasiones visten el traje tradicional, yanchama (corteza de árbol) decorada con tintes vegetales de achiote, calcada con plumas de colores. o flecos de palma. Los Yanchama se adornan con máscaras de madera, collares, coronas, vinchas con plumas y semillas.

“La medicina tradicional es la esencia de esta comunidad, la complementamos con la medicina moderna y en general combinarlas es importante ya que para mantenernos sanos necesitamos de ambas”, dice María Parente, segunda al mando, después de Matilde Parente, su madre.

Las Mujeres de la Luna, Tawemakû arü Geeg, resaltan la importancia del annato, poderosa fuente de vitamina A, antiinflamatorio y excelente remedio casero útil para múltiples tratamientos. María mantiene vivas las tradiciones ancestrales recurriendo a pintar rostros de mujeres para superar los malestares producidos durante su ciclo lunar.

El achiote es una planta de cáscara rugosa y fuerte, con paredes blancas en su interior, repletas de semillas de color rojo brillante que tienen una extraordinaria capacidad colorante, con un sabor especiado, ahumado y ligeramente dulce. Crece en la densidad del Amazonas, ayudándoles a sobrellevar la pesadez, el dolor, el insomnio y la debilidad, entre otros síntomas, producidos durante los días del mes en que las Mujeres de la Luna, Tawemakû arü Geeg, se sienten frágiles.

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